Cuando en 1889 Fridtjof Nansen, después de haber conseguido cruzar por vez primera Groenlandia, fue acogido en Oslo por una multitud entusiasta, un estudiante de diecisiete años, Roald Amundsen, sintió de pronto la vocación polar.
Nacido el 16 de julio de 1872 en Borge, en el archipiélago Hvaleöyar, en la orilla oriental del fiordo de Oslo, próximo a la frontera sueca, era hijo de un pequeño armador, labrador y ganadero en algunas épocas, patrón de barco en otras, y que resumía en su persona las tradiciones y cualidades del vikingo. Cuando el padre murió (1886), su viuda vendió la granja y el pequeño astillero, orientando a Roald hacia los estudios, porque deseaba que se dedicase a la medicina. Por consideración a su madre quiso complacerla, contrariando su vocación de marino. Al morir su madre en 1893, Roald proyectó realizar su plan, es decir, la conquista de los polos. Para efectuar el aprendizaje se alistó en el pesquero de focas Magdalena, de Tönsberg. Pero todos sus pensamientos se orientaban hacia el Fram, que en aquella época partía de Noruega para efectuar el gran crucero de tres años a través de la cuenca ártica.
Durante una escala en Grimsby le vino la idea de intentar a su vez el paso del Noroeste... ¿si pudiese ser con el Fram? Pero antes de dirigirse a Nansen necesitaba mayor competencia, y la posibilidad de presentar buenos informes.
En 1897, Amundsen fue contratado por De Gerlache (el cual buscaba el polo magnético) a bordo del Belgica, como oficial de segunda.
Fue así como Amundsen participó en la primera invernada de un navío en el Antártico. Sus aptitudes de cazador de focas, ejercidas en plena noche polar, a 70º S., en compañía del doctor Cook, de Nueva York, permitieron a la expedición superar los rigores de la invernada y escapar a la muerte originada por el escorbuto. Una vez de regreso se aferró a la idea de intentar el paso del Noroeste y, con ese motivo, estacionarse en las proximidades del polo magnético norte, situado por James Ross en la península de Boothia. Con objeto de perfeccionarse en el estudio del magnetismo terrestre, residió seis meses en Hamburgo, donde trabajó bajo la dirección del profesor Neumeyer.
En 1901comenzó a reunir los fondos necesarios, movilizando todo su capital, pidiendo prestado a sus hermanos. En 1902 compró un pesquero de focas de 47 ton., de 22 m. de longitud y que contaba, como él, treinta años, el G¡öa, acondicionado por el propio explorador. Le dotó de un motor auxiliar de 13 caballos -el primero que haya funcionado en aguas árticas-, cargándole con provisiones para cinco años y 10 ton. de petróleo, más seis perros esquimales, regalo de Otto Sverdrup. Partió en la noche del 17 de junio de 1903, acompañado por seis hombres.
El 20 de agosto de 1903 penetraba el Gjöa en el estrecho de Lancaster; el 22 fondeaba en la isla de Beechy, y después ponía el motor en marcha para descender en dirección sur por los estrechos de Peel y de Franklin. El Gjöa quedó inmovilizado en el estrecho de Ross, en el que hubo de permanecer cinco días con tempestad del noroeste, amarrado a dos anclas y con el motor en marcha para aliviar las cadenas. Amundsen eligió un fondeadero durable en la costa sur del Rey Guillermo, el que había de permanecer hasta el 12 de agosto de 1905.
Pronto se pusieron los noruegos en relación con los esquimales de la región, cuyos procedimientos estudió Amundsen con todo cuidado. A partir de la primavera de 1904 se efectuaron raids en trineo por las proximidades.
Del 6 de abril al 21 de mayo alcanzó Amundsen el polo magnético, que halló a 69° 34' N. y 94 ° 54' O. Observó que este notable punto describe sin interrupción una elipse irregular. El verano y la segunda invernada se dedicaron a las observaciones. G. Hansen trazó la costa de Victoria hasta 72° N.
El barco partió de Puerto Gjöa el 12 de agosto de 1905, llegando al estrecho de Dease el 17. Quedaba resuelto el problema del Paso, porque las aguas más al oeste habían sido recorridas en 1851-1853 por el Enterprise de Collinson. El 27 de agosto Amundsen encontraba el primer barco procedente del oeste, un ballenero de San Francisco. Se enteró de que las condiciones del hielo eran particularmente malas aquel año y de que 12 balleneros se encontraban bloqueados en el cabo Herschel. El propio Gjöa se vio forzado a invernar por tercera vez.
Amundsen aprovechó la circunstancia para realizar un raid en trineo por el interior, hasta Fuerte Yukon. Telegrafió noticias a Europa. Al regreso encontró a Viik, meteorólogo del barco, agonizando a causa de una pleuresía.
Liberado el Gjöa el 13 de julio de 1906, sometido a duras pruebas por las tempestades, y después de perder la hélice, dobló el cabo Barrow y el cabo Hope, y más tarde el cabo Príncipe de Gales; el 30 de agosto llegaba a Nome, cumplida su misión.
Hasta avanzado el siglo XX, no se ha franqueado de nuevo el paso del Noroeste. De junio de 1940 a octubre de 1942 el sargento Larsen, de la Policía Montada canadiense, navegó desde Vancouver al Atlántico con el Saint-Roch, de 80 ton.; siguió hasta Rey Guillermo el itinerario de Amundsen, pasando luego por el estrecho de Bellot. Larsen efectuó la travesía en sentido inverso en 1944, a través del estrecho de Barrow, bahía de Melville y el canal Investigator; logró evitar la invernada.
La evolución reciente de la situación estratégica mundial, que incluye la cuenca ártica entre las zonas claves del hemisferio norte originó hace muy poco nuevas expediciones. De enero a abril de 1955 el rompehielos Northwind, escoltado por dos buques de carga, siguió el itinerario de regreso de Larsen. Por último, durante el verano de 1955, 64 navíos que transportaban 75.000 ton. de material se dirigieron a través del archipiélago ártico norteamericano, donde se procedió a la instalación de una red de estaciones de radar.
Los estudios recientes han demostrado que el polo magnético está sujeto a desplazamientos de gran envergadura y que parece evolucionar entre 70 y 75° N. y 100º O.
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