Unas de las imágenes más bellas de desierto, y las más fácilmente accesibles, que se pueden ver a lo largo de la Ruta de la Seda, son las altas dunas de arena de Mingsha, dentro de las cuales se encuentra el lago de la Luna creciente. Actualmente, aunque el lugar sigue manteniendo esta idílica imagen, se ha convertido en una curiosa atracción en la que puedes deslizarte desde lo alto de las dunas en tablas o bien dar un relajado paseo en camello por los alrededores.