Enterado de los preparativos efectuados por Shackleton, Roberto Falcon Scott no cometió el error de precipitar los suyos. Partió de Inglaterra el 1 de junio de 1910 a bordo del Terra Nova, el mayor ballenero de Escocia, que le había prestado auxilio en 1904. La expedición tenía especialmente carácter científico; en ella tomaron parte dos físicos, tres geólogos, dos biólogos, un realizador de cine. El programa era amplio: alcanzar el Polo Sur y proseguir la exploración del mar de Ross. A este efecto habían de establecerse dos bases, una al este, en la bahía de las Ballenas, desde cuyo punto se estudiaría la tierra de Eduardo VII; la segunda al oeste, en el estrecho de Mac Murdo, para explorar desde allí Tierra Victoria. Sobre el terreno había de decidirse cuál de las dos bases era la más conveniente para emprender la marcha hacia el Polo.
A esta primera incertidumbre inicial se añadía otra: la elección de los medios de transporte. Scott llevaba consigo dos trineos orugas probados por Charcot en los Alpes, poneys y perros, lo que suponía tres tipos de especialistas. Además, la locomoción en automóvil se encontraba entonces en los comienzos y era superfluo intentar superar en las regiones polares la fase experimental. Los poneys resultaron de escasa utilidad para Shackleton. Quedaban los perros, pero Scott conservaba mal recuerdo de su servicio en tentativas precedentes.
Por último, Scott debía arriesgarse al asalto final sin tractores, sin poneys y sin perros.
Esto era lo que con exactitud había previsto Amundsen. El vencedor del paso del Noroeste, después de una prolongada serie de conferencias en diversos lugares, volvió a establecerse en Noruega, donde Nansen le confió el Fram. Preparaba una gran expedición al Ártico, cuyo anuncio originó vivo entusiasmo entre la población noruega.
Pero en el otoño de 1909 se recibieron en Oslo dos importantes noticias al mismo tiempo; una, que la bandera estrellada de los Estados Unidos acababa de ser izada en el Polo Norte; otra, que en el extremo opuesto del eje terrestre, Shackleton había fracasado. El Polo Norte perdió al momento todo interés para Amundsen.
En resumen, pensaba Amundsen, el explorador que partiese de la bahía de las Ballenas tendría sobre Scott una ventaja igual a la diferencia de latitud, calculable en unos 100 km. por lo menos; si ese explorador utilizaba perros, partiría antes, avanzaría con mayor rapidez y quedaría expuesto a menores riesgos. Scott no tendría sobre él sino una ventaja: la de utilizar el itinerario del glaciar Beardmore, ya reconocido por Shackleton.
Durante el invierno de 1909-1910 Amundsen meditó el problema y resolvió intentar el acceso al Polo Sur.
Pero era necesario vencer los escrúpulos de Nansen. Después de pesar el pro y el contra, Amundsen decidió subordinar los medios al fin y mantener secreto su verdadero propósito. Solamente Nilsen, comandante del Fram, fue puesto al corriente del plan.
Sin embargo, debiera haber parecido extraño que cargase a bordo del Fram una casa desmontable -¿para edificarla sobre qué tierra?- y que embarcase, para transportarlos dos veces seguidas a través de la zona ecuatorial, un centenar de perros groenlandeses, cuando era fácil procurarse animales en Alaska y aun en Siberia oriental.
Todo el plan de la expedición se preparó hasta el menor detalle.
Los víveres, bajo el control de un especialista, se embalaron en cajas de cinc y de madera. Al pemmicán tradicional, a base de grasa y carne, vinieron a sumarse legumbres y harina de avena, preparándose para los perros dos clases de pemmicán, uno a base de carne, otro a base de pescado, con adiciones de leche en polvo y harina, divididas en raciones de 500 gramos.
Los sacos de dormir, hechos de piel de reno, con eliminación de las partes más delgadas, se encerraron para su transporte en mochilas de lona.
En cuanto a la casa, medía 7,80 por 3,40 m. y la parte superior de la cubierta se hallaba a 3,60 m. del suelo. Constaba de una pieza de seis metros de largo, para habitación de estar y dormitorio, y otra de dos metros, destinada a cocina; se subía al granero por una rampa y había diez literas superpuestas dos a dos. El conjunto se sometió a baño de alquitrán repetidas veces, y no se omitió el detalle de anillos en la parte exterior, que permitiesen la sujeción necesaria en razón de las tempestades antárticas.
También se incluyeron 15 tiendas, capaces de alojar 16 hombres cada una, más otras seis de diferente modelo para tres hombres, que se pensaban utilizar en los raids. Este último género de tiendas constaba de una sola estaca, y eran de cierre hermético la entrada estaba formada por un saco cuya abertura podía atarse desde el interior.
Se fabricaron 10 trineos con patines de nogal americano, de cuatro metros de longitud revestidos de acero; la armazón era de fresno de Noruega; eran sólidos pero tenían el inconveniente de ser pesados. La carga estaba ordenada en cajas de modelo homogéneo, de madera con tapa circular de aluminio que podía abrirse sin tocar a las correas. Para el té, se utilizarían cocinillas del modelo Primus; las de modelo Nansen, demasiado voluminosas para la tienda se dejaron a bordo. El vestuario preparado para los grandes fríos estaba copiado del de los esquimales betsilik de Rey Guillermo.
En cuanto a los perros, Amundsen adoptó el sistema de atelaje en hilera utilizado en Alaska, porque juzgó más fácil y porque los perros pasaban por encima de las grietas de uno en uno y no todos de frente a la vez.
El equipo científico era del menor peso posible.
Se embarcaron los perros en último lugar, el 9 de agosto de 1910, a bordo del Fram anclado bajo las defensas de Akherso, e inmediatamente de levar anclas cada uno de los futuros invernantes se hizo cargo de diez perros con objeto de estudiar su psicología.
El Fram, lento de marcha, lo mismo a vela que a vapor, hizo escala el 6 de septiembre en Madera, en la rada de Funchal, donde la prensa local, por pura fantasía o por error, publicó que el barco se encaminaba al Polo Sur. El 9 de septiembre de 1910 Amundsen reunió a la tripulación sobre el puente, Nilsen abrió un mapa del hemisferio sur y se reveló el verdadero proyecto. No hubo una sola defección. Al mismo tiempo, Amundsen despachó un telegrama a Melbourne, punto en que Scott debía hacer escala así concebido: "I'm going south" (Voy al sur) (1).
(1) Scott no habla en su Diario de este telegrama. Según M. Lindsay, inglés, lo recibió en Melbourne el 12 de octubre.
El 1 de enero de 1911, a las tres de la mañana, a 175º p. y 63º S., apareció el primer iceberg. El día 13 penetró el Fram en la bahía de las Ballenas para explorar el punto más favorable para el desembarco.
Scott partió de Inglaterra el 15 de junio de 1910 con 19 poneys, 39 perros de Siberia, 45 trineos y tres tractores oruga. Después de una deriva de nueve meses entre los hielos que le trituraron, el barco Endurance naufragó el 27 de octubre de 1915, a 200 millas de tierra. Shackleton recorrió en un bote de 6,70 m. la distancia de 800 millas, antes de llegar a un puesto noruego. El nutrido estado mayor científico iba reforzado por el noruego Gran, experto del esquí, y por el ruso Gerov, especialista en la cuestión de los perros. E1 26 de noviembre, el Terra Nova, bajo el mando de Pennell, partía de Nueva Zelanda; tuvo que soportar tempestades continuas, sin que pudiese realizarse el desembarco en cabo Crozier (al este,de la isla de Ross), y arrojó el ancla en cabo Evans, a 12 millas al norte de Hut-Point, en la isla de Ross.
Scott construyó una casa de madera rodeada de un muro protector de losetas, una cuadra para los caballos, perreras y observatorios científicos. Una vez depositado en tierra el material, el Terra Nova volvió a partir en dirección este (25 de enero) hacia la bahía de las Ballenas y de la Tierra de Eduardo VII, donde seis hombres, bajo la dirección de Víctor Campbell, debían establecer una estación científica, pero Pennell no consiguió abordar la costa.
Entretanto, Amundsen había montado su propio estacionamiento, al que llamó Framheim, y a partir del 16 de enero de1911, 100 perros comenzaron a caminar a través del hielo.
El 4 de febrero comparecieron los ingleses.
«A las seis y media de la mañana, como de costumbre -escribe Amundsen-, partimos para buscar las cargas al borde de la bahía, cuando el hombre que marchaba a la cabeza de la columna comenzó a gesticular como un loco... Llegado al mismo punto, el segundo se entregó a una pantomima no menos animada, gritando algo que no pude comprender... Apresuré el paso y me reuní rápidamente con los camaradas, descubriendo un barco grande de tres palos, allí, junto al hielo, exactamente al sur del Fram. Era el Terra Nova, el navío del comandante Scott; había llegado durante la noche. En aquel momento, el hombre de rancho a bordo del Fram bajó para tomar una taza de café. Cuando regresó al puente advirtió un segundo navío anclado ante la Barrera.»
«El teniente Campbell, jefe del grupo encargado de explorar la tierra del Rey Eduardo VII, se apresuró a visitar a Nilsen, diciéndole que, no habiendo podido abordar, se dirigía a Mac Murdo para llegar desde allí al cabo Norte e instalarse en la parte septentrional de Tierra Victoria. Inmediatamente después de mi llegada, Campbell se presentó de nuevo en el Fram para confirmarme las anteriores noticias.»
Campbell regresó a Mac Murdo y comunicó lo sucedido a Scott. No faltaron exaltados que hablaron de ponerse en marcha al momento para ajustar las cuentas a los «intrusos» noruegos. Después de esta explosión platónica, Scott, como caballero, resolvió que el plan previsto se realizaría como si nada hubiese ocurrido. Entretanto, Scott trataba de instalar sus depósitos intermedios, pero tropezó con detestables condiciones atmosféricas y perdió cinco poneys al regreso de One-Ton-Camp, cuyo emplazamiento estaba situado nada más que a 79º 30' S. Desde aquel momento comprendió que la lucha prevista para la primavera implicaría para él un fuerte obstáculo inicial.
Mientras Scott realizaba los preparativos, Wilson, Bowers y el zoólogo Cherry-Garrard realizaron un viaje al cabo Crozier en julio de 1911 durante el invierno austral para recoger unos huevos de pingüino emperador en sus primeros estados de embriogénesis con el fin de comparar los primeros estados embrionarios, ya que se creía que el pingüino emperador era el ave más primitiva que existía.
En aquel entonces Cherry sufría de un alto grado de miopía y veía muy poco sin sus anteojos, los cuales no podía usar mientras viajaba en trineo.? En la oscuridad casi total, y con la temperatura que rondaba entre los -34 °C y los -56 °C, Cherry y sus compañeros acarrearon su trineo a más de 96 km de la base de Scott en el cabo Evans en el lado más lejano de la isla de Ross.
Congelados y agotados, montaron una base provisional con labor de piedras y tapada con una lona y plantaron la tienda como de costumbre a unos metros de ella, pero la ventisca que sopló sobre la planicie hizo efecto succión y la arrastró durante la noche, con lo que no tuvieron otra opción que dormir en los sacos mientras en su improvisado refugio entraba la nieve y les cubría al haberse perdido también la lona protectora superior.
Cuando cesaron los vientos, sin embargo, tuvieron la fortuna de encontrar su tienda alojada en las rocas.
Con éxito recogieron tres huevos y lograron llegar, agotados, al cabo Evans, a veces recorriendo solamente una milla y media por día. Cherry se refirió a esta peripecia más adelante como el ' el peor viaje del mundo ', y dio este título a su libro.?
En aquel momento, el mundo naturalista no disponía de lo que ahora parecería absurdo, del estudo dichos huevos. En unas condiciones sobrehumanas estubieron localizando los pingüinos y consiguiendo unas muestras de huevos. Las temperaturas fueron bajísimas y el viento con categoría de huracán.
El título de esta cabecera: 'El peor viaje del mundo' corresponde al título del libro que escribió Apsley Cherry-Garrard sobre aquella épica salida (también narra el momento en que encuentran los restos de Scott y sus compañeros). La narración es tan dramática que en el 2001 la revista National Geographic Adventure nombró The Worst Journey in the World como el «mejor libro de aventuras de todos los tiempos».
Amundsen, más afortunado, realizaba su empresa sin retraso y sin otra pérdida que la de un reducido número de perros. Mientras que el Fram se hacía otra vez a la mar el 10 de febrero, Amundsen se dirigió hacia el sur con tres trineos, 18 perros y tres hombres. Jalonando el camino con ayuda de bambúes coronados por banderolas, alcanzó el 14 de febrero el paralelo 80, construyendo en aquel punto un primer depósito. Al regresar, fue marcando el recorrido con un estocafís cada 500 m. como mojón.
Los seis hombres que dejara en Framheim terminaron durante ese tiempo la instalación y comenzaron a cazar focas, logrando obtener 30 ton. de carne.
El 22 de febrero, Amundsen partió de nuevo después de haber repasado y mejorado su equipo, en particular el calzado, cuya suela rígida facilitaba la colocación de los esquís. El 4 de marzo a -45º se construyó el depósito previsto en el 80 S. El 5 de marzo regresaron tres hombres a Framheim, donde Lindstróm había quedado solo, mientras Amundsen se encaminaba hacia el paralelo 82 para establecer en él su tercer depósito. Al comienzo de abril de 1911 se transportaron aún 1.200 kg. de carne de foca hasta el depósito situado a 80º S.
Luego, el equipo entero se entregó al trabajo con objeto de acondicionar el estacionamiento y preparar la campaña de primavera. Se cavaron túneles que uniesen las diferentes partes del campamento y hasta se construyó un iglú especial para baños de vapor.
El 8 de septiembre de 1911, a las 13,30 horas, dio comienzo el raid tan esperado en dirección al Polo. Los perros tiraban como locos, aprovechando todas las ocasiones para entregarse a peleas. Pero el frío no tardó en ponerles a prueba: el termómetro marcó -55,5º el 11 de septiembre al despertar, y -52° el día 12; Amundsen redujo su plan al paralelo 80, donde depositó las cargas de los trineos. El 13, estaban a una temperatura de -56,2º y el 14 a -56º. Durante la carrera de regreso, el 15, se les helaron los talones a Hanssen y Stubberub, cuando todavía Framheim se hallaba a 75 km. Por fortuna, al día siguiente la temperatura era de -40º. «Con fríos semejantes, unos grados de más o de menos se dejan sentir mucho y la diferencia entre -40º y -56º es enorme.» Hubo que abandonar en el camino a los perros extenuados. El día 16 se encontraba de regreso la expedición.
Amundsen modificó el plan de batalla. Presterud, Stubberud y Johansen se encargarían de explorar los alrededores de la bahía de las Ballenas, mientras que él, acompañado por Hanssen, Bjaaland, Hassel y Wisting, marcharía en dirección sur. El 24 de septiembre, Bjaaland mató la primera foca, indicio de la proximidad de la primavera; el 29, una bandada de aves palmípedas de la especie petrel antártico revoloteó en torno al campamento.
Por último, el 19 de octubre de 1911 fue la fecha de la partida decisiva; los cinco hombres designados contaban con 52 perros y cuatro trineos.
La distancia se acortaba por tramos de 30 km. diarios, y el día 22 se alcanzó el primer depósito. Se cargaron los trineos, cada uno de los cuales tenía un peso total de 400 kg., de los que 329 eran carga útil. El instrumental de cirugía estaba compuesto solamente por un gatillo de dentista y una gran tijera para recortar el exceso de barba, transformada en hilillos de hielo por la respiración. La tienda estaba formada por dos, de tres plazas, cosidas juntamente por sus caras y perfiladas para ofrecer menor presa al viento.
Con Amundsen a la cabeza para abrir rastro, el convoy partió el 25 de octubre de 1911, dirigiéndose en dirección sur por etapas de 28 km., aun cuando se hubiera podido avanzar el doble, pero más tarde habría tiempo de acelerar el ritmo. Se franqueó el paralelo 81 el 28 de octubre y a partir de aquel punto la expedición fue levantando pequeños túmulos cada kilómetro. El 4 de noviembre se alcanzó el depósito 82, completándose el cargamento; los túmulos se alzaron desde entonces cada cinco kilómetros y comenzó a matarse los perros inútiles. El 8 de noviembre, 83º. La superficie de la Barrera comenzaba a elevarse e iba surgiendo un formidable paisaje montañoso a izquierda y derecha. Se inició el asalto a la cadena el día 17.
Durante la marcha del 18 de noviembre, la expedición franqueó penosamente un glaciar a través de una serie de amontonamientos de bloques de hielos. Desde lo alto, a 1.200 m., fue necesario emprender el descenso frenando los trineos con ayuda de cuerdas sujetas a los patines, para subir de nuevo a 1.320 m. por el glaciar Axel-Heiberg; tenía su origen en una ensillada situada a unos 3.000 m. entre las cadenas Fridtjof Nansen, a la derecha (noroeste) y Don Pedro Christophersen, a la izquierda (sudeste). Se levantó el campamento el 20 de noviembre por la tarde, a 3.180 m. de altura, sobre nieve de gran dureza amontonada por el viento. Latitud, 85º 36'; ante los noruegos se extendía la meseta, tal como la hallara Shackleton un poco más al oeste.