Entre las posibles salidas del mar de Baffin, reconocidas en sus respectivas entradas por John Ross, quedaban dos por explorar: el estrecho de Jones, que conducía al oeste, y el estrecho o canal de Smith, cuya dirección en general apuntaba al norte, ofreciéndose, pues, como vía de acceso al océano Ártico y al Polo Norte. Las sucesivas campañas de Inglefield, Kane, Hayes, Hall, Nares y Greely, escalonadas a lo largo de una generación, prepararon de este modo el camino a Peary, descubridor del Polo.
En el marco de las expediciones lanzadas a la búsqueda de Franklin, con la preocupación de adquirir información completa, se encargó a Edward Augustus Inglefield el reconocimiento del estrecho de Jones y el del canal de Smith; trazó el contorno exacto de la tierra que limitaba el último al oeste, dándole el nombre de Ellesmere.
Era Elisha K. Kane un médico americano, feo y enteco, que había ejercido en China. Trabajó algún tiempo en las tumbas faraónicas en Egipto, se había dedicado también a la trata de esclavos en África negra y acababa de tomar parte en una expedición militar en Méjico.
En 1853, con su bergantín Advance, pudo deslizarse a lo largo de la costa groenlandesa e invernar a 78º 41' en la bahía Rensselaer; de este modo fue explorado por vez primera el enorme glaciar de Humboldt, cuyo frente se prolonga 110 km. de litoral al este de la hoya que ha recibido el nombre de Kane.
En la primavera de 1854, Isaac Israel Hayes, comisionado por Kane, a quien la enfermedad retenía a bordo, cruzó el estrecho y exploró la tierra de Grinnell, continuación de Ellesmare hacia el norte, mientras que Morton, el mayordomo, avanzaba en dirección norte en compañía de un solo esquimal, sirviéndose de trineos tirados por perros.
Rebasó el 81º N., e izó sobre el cabo Constitución, a la salida septentrional del canal de Kennedy, una bandera con los emblemas masónicos y, frente a la dilatada extensión de agua libre en la cuenca de Hall, quedó convencido de haber llegado al "mar libre del Polo".
Tomaba de esta manera cuerpo una antigua leyenda difundida en el siglo XVIII por el geógrafo holandés Plancius y apoyada sobre un sofisma; en virtud de la prolongación del día estival ártico, y dado que "un fuego pequeño prolongado calienta más que los rápidos fuegos breves", Plancius estimaba que el banco de hielo del extremo norte se fundía cada año, en tanto que persistía en latitudes inferiores. Olvidaba el geógrafo simplemente aplicar al invierno boreal el mismo razonamiento que al verano. Después de una segunda invernada, en la que padeció el escorbuto, Kane, dudoso de verse libre del bloqueo durante el verano, dejó su barco el 17 de mayo 1855 y se trasladó en canoa al establecimiento danés de Upernivik, al sur de la bahía de Melville.
El exceso de literatura perjudicó la fama de Hayes, porque sus expansiones líricas le desacreditaron mucho en la mente de los especialistas árticos. Cometió, además, el error de considerar como descubierta -y descubierta por él- la existencia "del mar libre del Polo": The open Polar Sea, cuyo nombre dio como título a su obra.
Fallecido prontamente Kane, Hayes parecía el americano mejor preparado para ir de nuevo al ártico, ya un tanto olvidado su comportamiento casi sedicioso. En julio de 1860 Hayes fue puesto al mando de su propia expedición, financiada nuevamente por Grinnell, que partió de Boston a bordo de la goleta Estados Unidos. Tenía la esperanza de acercarse al polo a través del Mar Polar Abierto, que habían visto en 1855 y que creía existía al norte del paralelo 85º. La expedición científica se vio enseguida mermada por la muerte de su astrónomo, August Sonntag, que también había estado en la expedición de Kane. Sonntag, con el guía inuit Hans Hendrik (también participante con Kane), había hecho un intento vano de viaje para conseguir más perros después de que los suyos habían sido afectados por una epidemia de rabia ártica (Hayes hizo uno de los primeros estudios clínicos de esta epizootia, que aún no ha sido explicado por completo, ya que los síntomas, afectación del sistema nervioso central y de la actividad motora, no iban acompañados de la habitual hidrofobia).
La expedición regresó a Nueva York, en 1855. En su publicación An Arctic boat journey (Un viaje en barco en el Ártico) dio una descripción gráfica de las dificultades que había experimentado y una excelente historia clínica de las diversas formas de escorbuto que habían matado a muchos de los tripulantes.
Pese a ello, Hayes logró completar el estudio de la tierra Grinnell y afirmó haber llegado más al norte que nunca, en la costa de isla de Ellesmere a 81º35'N, 70º30' O. Más tarde se comprobó que esta posición corresponde con el interior de Ellesmere, y no a la costa, y que el mapa de Hayes de esa parte de Ellesmere al norte de 80º N estaba totalmente equivocado. Hay dudas de si sería por falta de pericia en la navegación —había considerado observaciones de sextante del Sol posteriores a mediodía como si hubieran sido tomadas al mediodía— o si se trataría de una simple impostura y falsificación consciente. En cualquier caso, parece demostrado que su punto más lejano de 1861 se encontraba en cabo Collinson, a menos de 10 millas al norte de los 80º, y que nunca llegó siquiera a navegar por el canal de Kennedy.
La idea de Hall era arribar a la zona del estrecho Frobisher y contratar guías esquimales que le llevaron a través del estrecho hasta la cuenca Foxe, para llegar desde allí a la isla del Rey Guillermo, donde quería examinar personalmente los restos encontrados. Su expedición en bote fue destruida, aunque descubrió que el supuesto estrecho Frobisher era en realidad una bahía que no tenía salida (bahía Frobisher). Hall no consiguió nada, pero se endureció y se acostumbró a vivir en un medio tan duro.
Los inuit le hablaron a Hall de las reliquias que aún sobrevivían de la empresa minera de Martin Frobisher, en bahía Frobisher. Hall viajó pronto allí para ver esos restos de las exploraciones isabelinas del siglo XVI de primera mano, aprovechando la inestimable ayuda de sus recién encontrados guías inuit: Ebierbing («Joe») y su mujer Tookoolito («Hannah»), que hacia de interprete.4
Después de dos años en la bahía de Frobisher, Hall regresó a los Estados Unidos llevando a Joe y Hannah con él. Hall prácticamente se desentendió de la guerra entre los estados, que se encontraba en su apogeo, y dedicó toda su energía a reunir dinero para su próxima expedición. Fue profesor, y dio conferencias con los esquimales, con sus ropas, casi como una atracción. Trabajó en un libro sobre su primera expedición, Arctic researches and life among the Esquimaux... (Nueva York, 1865, publicado en Londres en 1864 como Life with the Esquimaux).
Hall, pasados ya 20 años, aún seguía creyendo que podría haber supervivientes de la expedición de Franklin, que vivirían en la zona de la isla del Rey Guillermo con los esquimales. Persuadió a Grinnell y a la «American Geographical and Statistical Society» para que le ayudasen en su próxima aventura. En julio de 1864, también acompañado por los fieles Joe y Hannah, navegó de nuevo con el capitán Budington en el ballenero Monticello hasta el norte de la bahía de Hudson. En los cuatro años siguientes, llevó una vida de penurias y frustración en la zona del Roes Welcome Sound, en la costa occidental de isla Southampton. Salvo unas pocas visitas ocasionales de balleneros estuvo viviendo solo con los esquimales, tratando sin éxito de persuadirles para que le acompañasen a la isla del Rey Guillermo. También hizo algunos intentos contratando a algún ballenero, pero el experimento terminó violentamente cuando tuvo que disparar y matar a uno para que amenazaba con amotinarse. Por último, en la primavera de 1869, por fin emprendió el camino hacia la isla del Rey Guillermo, ayudado por Joe, Hannah, y varios esquimales más. A pesar de los rumores de que había hombres blancos que vivían en la zona, todo lo que encontró fueron más restos y artefactos de la expedición, incluidos restos humanos. Hizo muchas averiguaciones acerca de su suerte a los inuits nativos que vivían allí. Hall finalmente se dio cuenta de que las historias de los sobrevivientes eran poco fiables, bien fuese por el relato de los inuit o por su propia disposición a darles una interpretación excesivamente optimista. También se desilusionó con los inuit por el descubrimiento de que los restantes miembros de la expedición de Franklin habían sido dejados deliberadamente morir de inanición. Él se equivocaba al considerar que hubiera sido posible para la población local apoyar ese gran grupo. Decidió en ese momento dejar ya la búsqueda y centrarse en un nuevo objetivo: intentar alcanzar el Polo Norte. Regresó a New Bedford, en septiembre de 1869.
Logró atraer la atención del presidente Ulysses S. Grant y de algunos influyentes congresistas y su tercera expedición fue totalmente diferente. Recibió una beca de 50.000$ del Congreso de los Estados Unidos y fue puesto al mando de una expedición americana con la misión de llegar al Polo Norte en el barco Polaris, de 370 toneladas. La tripulación, de 25 hombres, también incluía a su viejo amigo Budington como capitán, George Tyson como navegante, y el doctor Emil Bessels, un médico y naturalista alemán, como jefe del personal científico.
Hall al fin tenía una expedición bien organizada y equipada, pero resultó muy agitada desde el inicio con la tripulación dividida en facciones rivales. La autoridad de Hall sobre la expedición no fue del todo aceptada por algunos miembros y se rompió la disciplina. Partieron a primeros de julio, y el Polaris, bien capitaneado por Budington, enseguida demostró ser un excelente navío: navegaron en dirección norte por la bahía de Baffin, cruzaron las aguas del Smith Sound, de cuenca Kane, del canal Kennedy, de cuenca Hall y se adentraron, finalmente, por el canal Robeson. Alcanzaron en septiembre un nuevo registro de navegación más al norte, los 82º11'N, casi a las puertas del mar de Lincoln, pero el hielo les impidió seguir. Hall pidió a Budington que buscasen un lugar de aguas someras próximo donde preparar el campamento de invierno y lo encontraron algo más al sur, en aguas de cuenca Hall, en la costa occidental de Groenlandia. Lo alcanzaron el 10 de septiembre de 1871 y le llamaron «refugio de Gracias a Dios» («Thank God Harbor», ahora llamado bahía Hall). Allí se prepararon para pasar el invierno. En octubre, Hall, con un guía inuit, hizo una travesía en trineo de dos semanas, en dirección norte, rodeando la actual península Polaris Forland. Cuando regresó a la nave, Hall, de repente cayó enfermo después de beber una taza de café. Se derrumbó en lo que se describió como un ataque. En la siguiente semana sufrió vómitos y deliró, y luego, pareció mejorar durante unos días. En ese momento, acusó a varios miembros de la expedición, incluido al doctor Bessels, de intentar envenenarle. Poco después, Hall comenzó a sufrir los mismos síntomas, y finalmente murió el 8 de noviembre. Hall fue llevado a tierra y se le hizo un entierro formal, muy sombrío por la larga noche polar.
La muerte de Hall deterioró aún más la moral y convivencia de la expedición. El mando pasó a Budington, que logró que la invernada fuera bien. En la primavera siguiente, en junio de 1872, cuando el barco quedó libre, Budington hizo un nuevo intentó de cruzar el canal de Robeson, pero tampoco tuvo éxito y el Polaris emprendió rumbo de regreso al sur. El 12 de octubre, la nave fue acosada por el hielo en el Smith Sound y estuvo a punto de ser aplastada.
Diecinueve de los miembros de la tripulación, entre ellos los guías esquimales (con alguna mujer y varios niños) abandonaron el barco saltando a los témpanos de hielo que rodeaban el barco; catorce tripulantes permanecieron a bordo del buque. El Polaris encalló cerca de Etah y quedó atrapado en el hielo el 24 de octubre. Después de otra invernada en tierra, la tripulación trató de rescatar el Polaris pero no lo consiguieron. Navegaron entonces en dirección sur en las chalupas y fueron rescatados por un ballenero, el Ravenscraig, y su capitán William Allen les devolvió a sus hogares llevándolos hasta Escocia en la primavera.
El grupo de 19 tripulantes, entre los que estaba George E. Tyson, erró en el témpano de hielo durante los siguientes seis meses, en un recorrido de unos 2.400 km antes de ser rescatados frente a las costas de Terranova por el sellador USS Tigress, el 30 de abril de 1873. Probablemente habrían perecido todos si en el grupo no hubiera habido inuits que fueron capaces de cazar y pescar para todos los hombres.
Hall, con su experiencia, mostró que un hombre blanco podía vivir como viven los esquimales y sobrevivir durante largos periodos de tiempo en el Ártico. En esa adaptación, fue un claro precedente de lo que conseguirá Vilhjalmur Stefansson más tarde. Y al igual que Stefansson, era un propagandista del Ártico, elogiando con entusiasmo su belleza y su gran valor potencial para el mundo civilizado.
Nota 1: Para documentar gráficamente este apartado de las Exploraciones Polares, hemos tenido que utilizar fotos encontradas en la web (en el buscador de imágenes de Google), ya que desgraciadamente no disponemos de fotos propias de todos los temas. Si alguna persona propietaria de alguna foto expuesta aquí considera que no debe estar, por favor, póngase en contacto con nosotros a través del e-mail: info@viajemania.com y será retirada de nuestra web.
To graphically document this section of the Polar Explorations, we had to use photos found on the web (in the Google image finder), as unfortunately we do not have any photos of all subjects. If any person who owns a photo exposed here considers that it should not be, please contact us through the e-mail: info@viajemania.com and it will be removed from our website.
Nota 2: Parte de esta documentación ha sido extraida del Tomo IV de la "Historia Universal de las Exploraciones" por gentileza de la Editorial: ESPASA CALPE