En 1850, el ballenero Penny partió para el estrecho de Barrow con dos barcos: el Sophia y el Lady Franklin; la esposa del marino había puesto toda su fortuna al servicio de los investigadores.
Ommaney, lugarteniente de Penny, encontró durante el verano los primeros indicios en la isla Beechy, en la punta oeste de Devon, donde recogió cajas abandonadas, vio casetas, un huertecillo preparado y tres tumbas dispuestas para los tres primeros muertos de la expedición.
Mas, por una laguna inexplicable, no había ningún mensaje, omitiendo la costumbre de dejar documentos escritos en tubos cerrados, depositados en un pequeño monumento o túmulo (I) o bajo tierra, a distancia convenida, para impedir las indiscreciones de los esquimales.
Al año siguiente (1851) Penny reconoció al norte de la isla Beechy el canal de Wellington, luego el canal de Penny en dirección al norte, rodeó Devon por el oeste y descubrió a 78º N. una tierra nueva: North Cornwall. Mas no pudo lograr su principal objetivo.
Austin, también en 1850, partió con cuatro barcos invernando al suroeste de Cornwall, en la costa septentrional del estrecho de Barrow. En la primavera de 1851 ordenó que se dispersaran grupos en todas direcciones. Osborne alcanzó 72º N. a lo largo de las costas del Príncipe de Gales (28 de mayo de 1851), Mac Clintock tomó dirección oeste, superó el récord de Parry en 1819 y regresó después de ochenta días de ausencia. Las conquistas geográficas no aportaron información alguna de Franklin.
(I) En el original se emplea la palabra cairn voz irlandesa (túmulo celta), montón de piedra sobre una tumba, o como señal. Se empleará indistintamente el término cairn, o el de túmulo, en la traducción. -Nota de la traductora.
Al mismo tiempo, otra expedición reconocía el terreno al sur del estrecho de Barrow; se trataba de la del capitán William Kennedy con el barco Prince-Albert.
A bordo de su reducido barco -80 ton., 18 hombres- partió de Escocia en mayo de 1851 llevando consigo al alférez de navío José Renato Bellot, de la marina francesa.
Nacido en París en 1826, formado en La Rochela, este joven oficial de estatura mediana, pero robusto y hábil, se admiraba de que Francia no enviase un barco a la búsqueda de Franklin, abstención normal, sin embargo, porque Francia no tenía intereses en el archipiélago ártico y podía temer que los ingleses mirasen con malos ojos la intrusión de los continentales en sus asuntos. También parecía oportuno dejar que los británicos reparasen por sí mismos el error cometido no previniendo a tiempo el apoyo necesario para Franklin. Bellot aseguró la presencia francesa, no sin autorización de sus jefes, y causó por su arrojo y su ciencia la admiración de Kennedy.
Era éste un viejo ballenero duro de pelar, que hablaba el francés del Canadá y pretendía volver a traducir la Biblia, abandonando la navegación para establecerse en Baffin y enseñar el Evangelio a los esquimales. Para asegurarse de que leería las instrucciones recibidas, lady Franklin y sus consejeros decidieron intercalarlas con plegarias. Se desterró el alcohol del barco, excepto en la farmacia.
El Prince-Albert pasó el invierno de 1851-1852 en la bahía Batty, a 73º N. en la costa este de Somerset, a no mucha distancia al norte del depósito Fury, construido por Parry.
Abandonando el barco a principios de marzo de 1852, Kennedy y Bellot, con otros cinco hombres, todos equipados a estilo esquimal, cruzaron el istmo que se suponía unir Somerset a Boothia, encontrando al oeste un canal muy estrecho, de una milla de ancho y dieciocho de largo, llamado en la actualidad estrecho de Bellot. Caminando luego en dirección oeste exploraron la isla del Príncipe de Gales en su parte norte, tocaron en cabo Walker, primer objetivo de Franklin, y regresaron al barco el 30 de mayo, sin resultado.
Bellot y Kennedy fueron los primeros en adoptar las costumbres esquimales, construyendo iglúes, utilizando el trineo de perros, y se abrigaron con trajes de piel, pero su alimentación, a base de té y pemmicán no pudo impedir que el escorbuto hiciese entre los hombres grandes estragos.
Hubo entre ambos exploradores divergencias corteses, porque Kennedy se atuvo rigurosamente a su misión de búsqueda, negándose al transporte de material científico, que dejó a bordo del Prince-Albert y entre el que se hallaba el horizonte artificial de mercurio, por cuya razón los trazados efectuados al azar carecían de precisión. Sin embargo, Kennedy adquirió tal estima por su segundo que se hallaba dispuesto a partir de nuevo en 1853, pero esta vez a las órdenes de Bellot. Rehusó éste por discreción, declinando también el honor de mandar el Isabelle, que deseaba confiarle lady Franklin.
El joven francés murió al año siguiente (1854), ahogado frente al cabo Bowden, al oeste de la isla Devon, cuando conducía un destacamento sobre los hielos del canal Wellington, al cual había llegado en el Phoenix, mandado por Inglefield. "He conocido otros que podían igualarle, pero nunca que le fuesen superiores", afirmaba el explorador inglés Sabine.
De haber vivido hubiese sido el sucesor de Dumont d'Urville y el precursor de Charcot.
Edward Belcher partió a su vez en 1852 con una escuadra de cinco (1852-1853) barcos, de los cuales dos eran de vapor; a bordo del Resolute había también un francés, el alférez de navío De Bray.
Belcher, con el velero Assistance y el vapor Pioner (mandado por el teniente Osborne), remontó el canal Wellington, invernando más al norte y reconoció la salida occidental del estrecho de Jones. El velero Resolute (capitán Kellet) y el vapor Intrepid (capitán Mac Clintock) llegaron a la isla Melville.
Mac Clintock y Mecham exploraron detenidamente la isla, y luego descubrieron más al noroeste la isla del Príncipe Patrick, cuyos contornos cartografiaron. No se encontró vestigio de Franklin, pero quedó descubierto el paso del noroeste porque hallaron en Melville un mensaje de Mac Clure, llegado allí por el oeste en 1851.
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Nota 2: Parte de esta documentación ha sido extraida del Tomo IV de la "Historia Universal de las Exploraciones" por gentileza de la Editorial: ESPASA CALPE