El episodio más singular de las exploraciones árticas fue la serie de expediciones lanzadas por los ingleses a la búsqueda de Franklin; con ello demostró Inglaterra de lo que es capaz para redimir un error técnico y prestar auxilio a un explorador.
Los barcos Erebus y Terror, que acababan de adquirir fama en el Antártico con James Ross, partieron el 4 de julio de 1845, tocando en la isla Disko, en Groenlandia.
John Franklin, cuya exploración del extremo norte canadiense ya conocemos, mandaba el Erebus, y el capitán Francis Crozier, el Terror. Las tripulaciones sumaban 138 hombres.
Consistía la misión en llegar por los estrechos de Lancaster y de Barrow al cabo de Walker, al norte de Príncipe de Gales, dirigiéndose después al sur o suroeste, eventualmente por el estrecho Victoria, cuya existencia sospechara John Ross al oeste de Boothia, con objeto de alcanzar la costa americana los 120º O.; el recorrido ignorado era de unos 500 km. en línea recta. Gracias a las noticias de los balleneros fue posible seguir a Franklin hasta agosto de 1845, primero hasta la bahía de Melville y luego hasta la entrada de Lancaster.
Llevaba víveres para cuatro años, y podría sostenerse cinco, superando a John Ross gracias a la caza y a la mortalidad de las tripulaciones, razonablemente computada.
Mas se había cometido un grave error en el plan de la expedición omitiendo prever un lugar de cita cada verano, aun cuando solamente fuese para noticias, en el límite frecuentado normalmente por los barcos. Franklin desapareció en dirección oeste de manera definitiva.
A partir del verano de 1847 comenzaron a suscitarse rumores en Inglaterra, y apareció a plena luz el defecto del plan de conjunto. El Almirantazgo preparó tres expediciones de socorro en dirección este, oeste y sur.
Comenzó la pasión blanca de la Royal Navy a la que dedicó 20 millones de libras y una treintena de expediciones.
John Richardson recorrió en 1848 toda la costa septentrional del Canadá, desde la embocadura del Mackenzie, hacia el este, interrogando en vano a los esquimales y estableciendo depósitos de víveres.